lunes, 2 de diciembre de 2013

Décadas de caudillismo y feudalismo


La reciente elección de Claudia Ledesma Abdala en Santiago del Estero es en los hechos una reelección del actual Gobernador, el radical K Gerardo Zamora. La Provincia que durante más de medio siglo estuvo en manos del clan Juárez vio renovado su aparato político con una gestión radical que nada tenía que envidiarle a sus predecesores: Nepotismo, justicia adicta, crímenes políticos y un control absoluto sobre la Provincia. Sin dejar de lado casos de corrupción o enriquecimiento. La base está en el poder paternalista de un patrón de estancia.

No es el único caso. Resaltan hoy el día el gobierno de Alperovich en Tucumán, el de Insfrán en Formosa o el de la familia Sapag en Neuquén. Pero también conviene recordar ejemplos históricos: Los ya mencionados Juárez en Santiago, los Menem y los Yoma en La Rioja, los Rodríguez Saa en San Luis, los Saadi en Catamarca, los Romero en Salta y otros similares. Incluso se pueden agregar a intendentes del Conurbano como Ishii en José C. Paz, Curto en Tres de Febrero, Othacehe en Merlo o Pereyra en Florencio Varela.

Y por supuesto que no se puede dejar de lado el caso santacruceño. Los Kirchner durante más de una década gobernaron Santa Cruz como si de una propiedad personal se tratara, compartiéndola con sus socios y empresarios amigos. Desde el Gobierno Nacional siguen tratando a la Provincia de esa manera, interfiriendo en su política constantemente.

Al igual que con los caudillos del siglo XIX el origen del surgimiento de estas formas de gobierno se origina en lo fragmentado y poco unificado del territorio. El unitarismo, la concentración de la riqueza en pocos puntos. Un esquema de país desigual. Y los beneficiados de ese esquema son aquellos que en sus provincias se levantan contra el poder central o negocian con el mismo. Así se origina su representación y su "legitimidad", la cual se basa fuertemente en el personalismo.

Y eso se traduce al ahora. Provincias que están atrasadas con respecto a los puntos más desarrollados tienen en esos gobernadores a sus representantes ante el poder central. Se convierten entonces en los garantes de la paz y la seguridad, tanto dentro de la provincia como fuera de la misma. Por supuesto que esa "paz" y esa "seguridad" se hace a costa del atropello a las instituciones, los negociados espurios y el autoritarismo.

La solución para estos esquemas de poder retrógrados y anti-republicanos se encuentra en la conformación de un país realmente federal e integrado que fomente el desarrollo social, económico y cultural de todo el territorio. Solo de esa forma, con un modelo de integración y un régimen de coparticipación efectivo, en el marco de proyectos a largo plazo de desarrollo y un sistema de impuestos progresivo, se podrá terminar de una vez con el subdesarrollo. Y solo de esa forma, acabando con el atraso, los valores democráticos y republicanos van a poder sobreponerse a las ambiciones personales y el pisoteo a las leyes.

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